tenemos, es lo que nos queda.(José Antonio Sáez)
HIPÓCRATES se pronuncia de la siguiente manera A nadie
le daré una droga mortal aunque fuese pedida” (Juramento hipocrático).La naturaleza bien instruida
por sí misma, hace sin aprendizaje lo que debe hacer (Pronósticos de
Hipócrates) aunque esto que la naturaleza “debe hacer” sea en ocasiones
misteriosa y terriblemente conllevar a la muerte del enfermo, añade Laín
Entralgo
Creo que
Hipócrates el genuino genio de la medicina era ateo y no era Obispo ni
ostentaba ninguna dignidad eclesiástica (nI aun menos política). Ni creo que la
bioética sea cosa de monjas y de curas. Pero indudablemente este sabio griego
pensaba aquello de que “mejor el dolor que la nada”.El dolor puede esperar
algún milagro, la nada es irreversible.
Por otra parte
el precepto “divinum es sedare dolorem” debe prevalecer en el ejercicio de cada
médico. Pero ojo, sin precipitar la muerte, que es a lo que no tiene nadie
derecho (médicos y enfermeros).
Los
políticos colectivistas nos han imbuido que vivimos en una sociedad llena de
miedos y de fobias, vacua de cultura, sin el menor aguante ante la realidad de
la enfermación, del dolor y de la muerte. Obsesionados sus componentes
por no morir (“morirse en paz” se ha convertido en un proceso anticuado o
suicida, la medicina politizada se apropia del moribundo o del enfermo terminal
(con la complacencia y liberación de conciencia de los familiares) y le
encarcela sin ningún derecho y decide por que se esta muriendo “paliando” del
dolor y acelerando (esto es indudable) mediante fármacos poderosísimos la muerte del enfermo con la pretensión de que se muera
“muy mejorado”- o por el contrario que se muera pronto - pues prolongar a menudo su agonía y sus amarguras
es prolongar esta amarga vida y originar un coste económico a los familiares y
al sistema
Mis
dudas revierten en que la ciencia no es una servidora de la muerte. La ciencia alarga
la vida. Palía el sufrimiento a veces lo prolonga...no lo evita
definitivamente.
La medicina colectivista por ende, ha
abandonado los principios hipocráticos o “cultura sanitaria ancestral” heredada
de nuestros antepasados: reposo, espera de la curación, convalecencias,
remedios naturales paliativos, emplastos, infusiones, medicación popular….Abandona
a un tiempo al enfermo, al que se considera como un generador de costes. Esto
“significa la desaparición del principio ético médico en virtud del cual al
enfermo se le cuida según sus propias
necesidades”.Y así, éste principio se ve sustituido en la actualidad por el
“principio veterinario por el que se cuida al animal no solo según sus propias
necesidades, sino también para satisfacer los imperativos de su dueño, patrono
del veterinario y deudor de los gastos incurridos” .A esto se le llama “calidad
de servicios” aunque podría llamarse “Veterinaria para hombres”.
La
muerte deja de ser un fenómeno natural y se vuelve un fracaso del sistema
médico .La participación de la familia es mínima. La familia no participa.
Espera de los grandes “especialistas” hospitalarios una especie de milagro y se
irresponsabilizan de la realidad que es la enfermedad terminal y la inevitabilidad de la muerte
Los políticos,
grandes ignorantes de la filosofía del dolor y de la muerte, grandes ignorantes
de todo; todos, salvo excepciones, solo quieren mantener contentos con el
sistema al pseudo enfermo, al llamado” consumidor de la salud” ahora “cliente” a
quien el mismo sistema mediático se preocupa de mantener con una educación
sanitaria nula- eso sí preocupado de sus votos- con todos los derechos y muy
pocos o nulos deberes. Uno delos derechos se ría “morir dignamente”cuando la
muerte es lo MÁS INDIGNO que tiene la naturaleza humana.
Pero mis dudas
sobre lo que pienso las vierto en el mismo juramento hipocrático donde se dice:
“aplicaré mis tratamientos para el bien de mis enfermos según mi capacidad y
buen juicio”.
Aplaudo su valentía a la hora de exponer sus opiniones sobre tema tan controvertido. Ante la solidez de sus argumentos y la convicción que demuestra en ellos de cuanto expresa, poco o nada me atrevo a decir. Jorge Manrique describe en sus famosas "Coplas" la muerte de su padre para mostrarla según el concepto de "muerte ideal" que se tenía en la época y dice que su padre murió en su casa y en su cama, rodeado de todos los suyos y con sus facultades plenas. A los familiares les quedaba el consuelo de su "fama"; esto es: la memoria que de sus virtudes y hechos gloriosos guardaban los demás, pues fue guerrero leal con su rey y señor, a quien sirvió con fidelidad y heroísmo, según el código moral vigente en el siglo XV. Nuestro premio Nobel, Vicente Aleixandre, escribió que "La dignidad del hombre está en su muerte" y al menos a mí me dejó, cuando menos, sobrecogido en su día. La gran María Zambrano dejó dicho que durante toda nuestra vida no hacemos otra cosa que prepararnos para aceptar la muerte. Me temo que tampoco esa es tarea fácil ni sencilla. Ante el dolor y la muerte nos quedamos mudos, pues me temo que no haya explicación fácil que pueda justificarlos. Gracias.
ResponderEliminarControvertido tema, es cierto. Aquí, como en tantas cosas, cada uno tiene su opinión, y mi postura ante esto es dejar una gran parte de la decisión a cada persona, pues creo que cada uno debe decidir sobre uno mismo, pero además y para reforzar y/o rebatir esta decisión tener un buen criterio médico e información real para que cada uno pueda decidir y actuar en consecuencia.
ResponderEliminarDefiniciones de esta índole se utilizan en contextos donde la vaguedad de una definición lexicológica implicaría un problema. Difieren de la estipulativa en razón de que en la precisadora se ha de no contradecir la definición lexical. En cambio en la estipulativa sí es admisible, o tolerable.
ResponderEliminar