1/26/2014

LA MUERTE Y LA CIENCIA


LA  MUERTE Y LA CIENCIA

El concepto que tiene la población y que los políticos tratan de inculcarle para captar votos y seguirle estar equivocados,  de que la muerte es el fracaso de la ciencia o de la tecnología o de la misma medicina  es un error grave.

El hombre de hoy, solo hombre, con todas y las mismas miserias y enfermedades del hombre mortal (de necesidad) es ineludiblemente perecedero. Todo hombre es sin remedio un “Enfermo terminal” que según el DRAE sería aquel que está en una situación irreversible que conduce a la muerte”.Todo hombre esta en una situación parecida, aun estando sano, o creyendo y presumiendo de estar sano. Todo hombre en mayor o menor grado es un “enfermo terminal” en cuanto enfermable y mortal. La medicina no se debe olvidar definida solo como “arte y ciencia  de curar” o ciencia práctica que ejerce el hombre frente a otro hombre que sufre y/o busca ayuda para así evitar que muera. Quien auxilia, es el médico que está preparado y dispuesto a hacerlo. Pero el médico es solo un servidor de la naturaleza y debe de “entender con suficiencia su mandato ineludible” (Lain Entralgo)

 Lograr la salud total no ha dejado de convertirse en una falacia política, pues la muerte es inevitable y la enfermedad insoslayable. Más bien, estamos entrando (si Dios no lo remedia) en la autodestrucción de la especie humana, que se empeña en destruir su ecosistema. Vamos, si no lo evitamos a la autodestrucción no solo del individuo, sino de todo el género humano.
La muerte (un acontecimiento indeclinable) y la enfermedad, jugarán siempre al ajedrez más o menos tiempo, como ocurre en la película “El Séptimo Sello”. Y al final, perpetuamente será la muerte la que ha de ganar la partida. Fue en aquella maravillosa película, en la que a un hombre que dudaba de su fe, la muerte gana la partida de ajedrez donde se jugaban la vida.

Será la muerte la que siempre ha de ganar la partida a la ciencia, porque el “status naturae purae” no ha llegado nunca a tener realidad histórica (Lain Entralgo). La muerte es el destino inevitable del hombre...la finitud, la única verdad. La ciencia un instrumento imperfecto para evitarlo.Pero en muchas ocasiones la evita.