Hoy ha muerto un amigo,un mentor,un guia intelectual de todos aquellos que queríamos hacer algo por la cultura almeriensehttp://farol.blogcindario.com/2010/10/02249-bartolome-marin-fernandez-quot-in-memoriam-quot.html
.Bartolomé Marín Fernández. Canónigo de la Catedral de Almería. Caricaturista de valor internacional. Cronista del Movimiento Indaliano. Autor de varias obras; con El señor del Camino, quedó finalista en el XVII Premio Mundial Fernando Rielo de poesía mística (La Crónica, 24 de Marzo, 1998).
Sobre su biografía no voy a hablar ya que puede verse entre otras las siguintes páginas-Muere-Bartolomé Marín
http://albox.mforos.com/1108724/7066239-bartolome-marin-fernandez-sacerdote-e-historiador-albojense/
BARTOLOME MARÍN FERNANDEZ
Publico en homenaje a él, el texto de "Un prólogo que nunca se editó"en cuyo contenido se resume toda la sabiduría profunda de este sabio almeriense
JOSÉ ANTONIO GARCÍA RAMOS
MEDICINA ROMÁNTICA
DICCIONARIO HISTÓRICO DE MÉDICOS ALMERIENSES
(SIGLO XIX)
PRÓLOGO.-
Es evidente que el médico no es ajeno a la vida social, política y cultural, que abre inmensos horizontes en torno a su ilustre profesión.
El médico del siglo XIX por su preparación universitaria y, sin duda, su peculiar situación social, ocupa un lugar de privilegio en la vida social de la comunidad.
Los proyectos biográficos de éste libro “MÉDICOS ALMERIENSES DEL SIGLO XIX”, verdadera riqueza de gran interés profesional, humano y cultural, revelan aspectos históricos que colaboran a la hora de hacer la verdadera historia de Almería.
La Provincia con su original orografía, sus sequías y desiertos espeluznantes, revelan las especiales condiciones de vida de un número considerable de médicos almerienses que se enfrentaban con su trabajo con la escasez de técnicas, la incultura Radical en muchas zonas y las tremendas soledades que inspira la geografía y la pobreza.
El médico, a lo largo del siglo XIX, especialmente en la primera parte del siglo, significaba una pieza fundamental como profesional de la medicina, a la vez que ofrecía sus servicios como administrador de ideas y consejero.
La sociedad de los primeros años del siglo XIX difícilmente podría desterrar los elementos culturales, políticos e ideológicos que cundían en su tiempo y que había heredado del siglo XVIII. La sociedad estaba inspirada fuertemente en elementos de vida tradicional y un entrañable costumbrismo inspirado en la religiosidad popular.
El médico dispone de cierta posición económica y sobre todo social en los poderes que le confería una sociedad pobre y con frecuencia sometida a minorías de escaso valor.
La presencia de la Iglesia, con frecuencia armoniosa, le permite manejar los instrumentos culturales de la sociedad que solía ser ignorante y, en grandes zonas, manejada por la pobreza.
Este extenso y documentado libro referente a los médicos, verdadero espectáculo de personajes al servicio de la ciencia y de la realidad social, se puede señalar como un acontecimiento histórico y cultural que nadie, si no existiese esta obra, podía sospechar.
Sin duda que el admirable retablo de consideraciones que sugiere este respetable número de médicos, sirve de soporte para defender con dignidad y seriedad científica, las exigencias y los horizontes culturales que ha inspirado siempre la Provincia de Almería.
Tenemos el convencimiento de que dentro del colectivo de la medicina, de acuerdo con el medio rural, existe una dosis elevada de profesionales que han tenido la capacidad de remover la ilusión literaria, la investigación histórica y la sabiduría científica, sin olvidar su vocación médica. Tal ocurre con la obra del Dr. García Ramos que resplandece por su interesante aparato de orden científico a veces de increíble detalle y capacidad de observación. Esta obra nos permite descubrir, una vez más, las páginas de un verdadero sabio que no olvida las regiones de la más alta creación literaria.
El doctor García Ramos ha logrado revelarnos un mundo, no fácil, en el que se ponen de manifiesto aciertos, triunfos y novedades, fruto de un trabajo directo, de primera mano, referente a la vida subterránea de los médicos almerienses. Significa un gozo espiritual que no es patrimonio del ejercicio, aunque sea intelectual, de los que dan poco y se sacrifican menos. El libro ofrece una abundancia de observaciones y datos, atesorados de una fuerte sensibilidad científica inspirada en el amor a su tierra, la tierra donde ha ejercido la medicina durante más de treinta años. De todos modos los fondos bibliográficos sobre el mundo de la medicina han sido escasos en Almería.
El número de médicos que recoge este libro es de unos doscientos en los pueblos de la provincia y más de un centenar en la capital. Son los que dieron fe de su entrega al servicio de la medicina en el campo del dolor y la miseria y no regatearon su esfuerzo a la hora de ejercer su trabajo en uno de los puestos más costosos de la vida almeriense.
Esta legión de médicos acaba de abandonar, con este libro, el rincón de los silencios y la región del anonimato para estar presentes en las listas de la verdadera nobleza.
Saludamos con gozo el mundo de auténticas novedades históricas y personales en torno a cada personaje, de mayor o menor trascendencia, pero auténticos ventanales de luz que confirman nuestro pasado. He aquí el legado de este libro.
Siguiendo el estilo dela Grecia clásica a orillas del Mar Mediterráneo, esta lista de médicos proporcionada por el Dr. García Ramos, servirá de adorno y orgullo a una tierra que soportó durante muchos años el martirio del olvido.
Ciertamente el libro “Historia de los médicos almerienses del siglo XIX,” se inserta en el campo de publicaciones que han dado tono a la cultura reciente de Almería. El autor anunció en 1978 en la Tertulia Indaliana el propósito de estudiar un tema, sin duda importante, que se refería a la recopilación de médicos almerienses. El trabajo que acaba de publicarse, resulta ser una bellísima y brillante obra que honra a nuestro mundo editorialista almeriense.
Este libro significa una respetable publicación por la importancia del tema y por el significado del proyecto humano y científico del autor, que honra a la clase de los médicos cuyo conocimiento y estimación, en cierto modo, era desconocido. El principio impulsor de este libro tiene sentido en el clima cultural experimentado en la ciudad de Almería en los últimos años, veces al margen de las instituciones oficiales.
El volumen resulta una importante publicación moderna y de exquisita presentación. Contiene casi 500 páginas y ocho extensos capítulos, en los que figura como único protagonista, el médico.
La capacidad de trabajo, la vocación histórica y la escrupulosa seriedad a la hora de buscar precisiones intelectuales, presentan una cohesión abrumadora de observaciones y notas curiosas y eruditas que permiten encontrarnos con una estimable obra original y científica. El conocimiento directo de los personajes que el tiempo arrinconó al filo de la historia, hoy son piezas valiosas que servirán de recuerdo para su familia y de honrosa presencia en la cultura de Almería. Este reconocimiento de fondo social y de rango intelectual es debido a la pasión de García Ramos por los libros y por su amor a la historia.”Nadie puede negarme, me dijo, la ilusión que he puesto en este trabajo”.
El aparato bibliográfico de esta obra cuenta con casi 500 referencias bibliográficas que aseguran para la ciencia médica en Almería un conocimiento extenso y profundo, sobre todo teniendo en cuenta que nos referimos a la historia de los médicos, tema del más absoluto desconocimiento.
“La vida de éstos médicos –dice García Ramos—es la vida de una ciudad que en este largo periodo, pasa por todas aquellas circunstancias históricas tan variables por las que pasa todo el siglo. Estos esbozos biográficos ayudan sobre todo, a conocer la historia de la medicina de esta capital de provincias muy aislada por tierra, atrasada y sin muchos recursos”.
Esta generosidad intelectual de José Antonio García ramos debe estimarse desde el punto de vista de su paciente laboriosidad y amor a la investigación y al estudio.
ALMERÍA DEL SIGLO XIX
El paisaje africano, como ha sido definido tantas veces, acribillado por un sol caliente y luminoso; las soledades silenciosas y contemplativas equipadas de una arquitectura breve, alimentaron un tipo de gentes que vivían con poco. Conocemos corrientes italianas, genovesas y francesas, que figuran en nuestros apellidos y que llegaron antes del siglo XVIII, bordeando nuestras costas que antes fueron refugio de piratas. Los ingleses llegaron después, a lo largo del siglo XIX. Establecieron un estilo que se hacía en términos semejantes al establecimiento dela sociedad colonial en todo el mundo.
El puerto de Almería significó una concentración de mano de obra que se movía en torno a la exportación de naranja y de la uva. El gremio de los barrileros era fundamental. En 1892, Francisco Godoy era el primer presidente de los socialistas almerienses. El sentido comercial atrajo a la capital una legión de ingleses, levantinos, catalanes y valencianos, que dieron una nueva imagen a la Calle de as Tiendas y sus aledaños, sin olvidar la prosperidad que anunciaba el nacimiento del nuevo Paseo del Príncipe. Desde Murcia, en el norte de la provincia, se estableció un arco de mercado; que daba estabilidad comercial a Vélez Blanco, Vélez Rubio, Huércal-Overa y especialmente el mercado de Albox.
El interesante siglo XIX, rompió el ritmo de la historia que venía rodando hacia muchos siglos. Fue testigo de cargos políticos y de movimientos culturales, empujados por la filosofía, las ideologías y la cuestión social. Las minas de Almagrera en el levante, con capital extranjero, crearon trabajo y levantaron el sector, estableciendo núcleos urbanos importantes, como Cuevas del Almanzora, Vera y otros sectores menores. El complejo de señores nuevos, el marquesado de Almanzora; figuras como Luis Siret y apellidos como Grano de Oro y otros extranjeros, dieron tono, riquezas y vida social al sector del levante almeriense. Los apellidos extranjeros y levantinos, invadían y decoraban una sociedad que quería ser brillante. Las minas sembraron de fuentes de riquezas muchos rincones dela provincia. El embarcadero de mineral, en el puerto, servirá de recuerdo permanente de una época que los almerienses no olvidarán.
Almería ha sido el modelo de provincia condenada a la pobreza en la Península Ibérica. Las corrientes atlánticas que traen las lluvias, descargaban en la pantalla de Sierra Nevada, camino del levante peninsular, aislando las tierras del sudeste y condenándolas a interminables sequías. Los ríos Andarax y Almanzora, arterias principales de la provincia, corren secos, violentando los desiertos de las orillas y humillando la soberbia de los picachos dela sierra: la pobreza.
Los médicos, debido a su preparación humana, social y universitaria, fueron testigos de acontecimientos ideológicos que cubrieron espacios de interés profesional y social a lo largo del siglo XIX. Nos referimos a los movimientos de signo liberal que hicieron acto de presencia en las Cortes de Cádiz, 1812.Se decía que sus leyes se habían formulado e inspirado, casi al pie de la letra, en los textos de la Revolución Francesa.
No es extraño que en el campo de la medicina, aparecieran situaciones ideológicas más avanzadas que se forjaron en la etapa constitucional de 1820.Por lo pronto el partido liberal se dividió en dos facciones, creando una situación de desgobierno y una política desastrosa, por obra de las sociedades secretas: los carbonarios, los comuneros y la masonería. Las sociedades secretas como “La Fontana de oro” y “El Café de Malta”, imponían tumultuosamente su voluntad. La sociedad de los Comuneros o hijos de Padilla, habían adoptado el “martillo” como símbolo. Dentro de ésta corriente masónica y liberal, alo largo del siglo, es fácil situar a la familia de D. Nicolás Salmerón (cuyo padre fue médico de Alhama de Almería) ejerciendo su liderazgo liberal en pleno siglo XIX. Por otra parte, es preciso recordar a la iglesia y a muchos personajes de carisma conservador, que defendieron, imperturbables, sus posiciones ideológicas.
La aparición de los movimientos obreros no violentó el comportamiento social de la clase médica, que conservó creo, su talante selecto. La sociedad alta conserva sus hábitos de asociarse; cultiva el papel de reunirse en las sociedades y casinos y el dominio de la información, a la vez que ignora las preocupaciones de los que no tienen, creando diferencias sociales. En Mayo de 1979, Pablo Iglesias funda en Madrid del Partido Socialista con Lafarque, yerno de Carlos Marx. El círculo de obrero de la calle Real preparó la fundación del Socialismo en Almería, el 1 de Mayo de 1892.Pablo Iglesias viene ala ciudad el 16 de Octubre de 1892.El barrilero de Almería, Francisco Godoy, es el primer Presidente.
Entre tanto León XIII, a finales de siglo, publica la Encíclica “Rerum Novarum”, con destino a la clase obrera.
Almería gozó de una etapa creativa y sobresaliente para la cultura. La arquitectura organizó todo el plano de la Almería moderna a costa de los solares de la desamortización de las iglesias y conventos del centro de Almería. Apareció el edificio del Liceo. Luego se hicieron el Ateneo, el Casino y el Círculo Mercantil. etc. Se fundaron logias masónicas en la capital y en la provincia.
EL ROMANTICISMO, LA CULTURA Y LOS MÉDICOS
Sin olvidar las influencias extranjeras que se hacen presentes con los afrancesados, las sociedades secretas y el mismo liberalismo, originan una planta de partidos que darán paso a las luchas que definen el siglo XIX. Se origina una panorámica social, que se mueve dentro de una sociedad preparada que dio paso al romanticismo. Con carácter más radical, se mantienen sociedades secretas, cuyas influencias en los cambios políticas son decisivas. La nueva situación no puede olvidar la capacidad de servir de base a lo que luego serán los liberales. La difusión de la filosofía, que sirvió de alimento a los arranques políticos del siglo, es un hecho infinitamente más amplio no exclusivamente ideológico, decía Bertoll Massili. La literatura romántica que nace de éste juego de posibilidades, es una auténtica novedad. Fue en cierto sentido, una nueva modalidad del espíritu anticlásico, que siempre estuvo presente en la cultura europea, en la Edad Media y en el siglo barroco.
El médico fue un hombre ilustrado y luego progresista de tono intelectual como pertenecía a su clase. En él sin duda, entraron en crisis los valores subterráneos del Antiguo Régimen. La crisis ocurriría más avanzado el siglo XIX, en el que aparecieron nuevas formas de compromiso intelectual y social. En este clima parecía lógica la presencia del médico. Larra, por ejemplo, era hijo de un médico. El poeta García Gutiérrez, abandonó los estudios de medicina y así otros más. El romanticismo no puede renunciar a su carácter elevado en la sociedad del siglo XIX; pero no triunfa en España hasta el segundo tercio del siglo. La época romántica no puede darse por terminada hasta poco más o menos en el año 1850. Los intelectuales del siglo reclaman la libertad en el campo literario de la expresión, así como la libertad política.
La sociedad almeriense, marginada y escasa de recursos, se plantea problemas graves como la búsqueda de las aguas y os hospitales. El cólera apareció varias veces entre 1834 y 1885. De hecho, el romanticismo escaló intensamente los sublimes arrebatos literarios de muchos intelectuales, curas, maestros médicos y cultos del siglo XIX. Estos no podían olvidar sus apasionamientos románticos cuando entonaban su vida literaria con la dulce musicalidad a veces melosa, de sus versos. La cultura almeriense se considera en plenitud de forma en los últimos 75 años del siglo. Con los despojos de las iglesias y conventos de San Francisco (San Pedro), San Pedro el Viejo, los dominicos y los Trinitarios, en el centro de Almería, cunde el fenómeno de proyectar el Paseo, obra de Orozco. Sería la arteria principal de la ciudad y albergaría edificios e instituciones de nuevo corte social. realmente aparece la mejor arquitectura de Almería.
No es fácil reseñar el contenido y los protagonistas de la cultura en el siglo XIX. Algunas instituciones son interesantes, pero no tenemos datos suficientes.
La pintura tiene su presencia respetable en el siglo XIX almeriense con figuras con Díaz Molina, Godoy, Bedmar y otros. Avanzado el tiempo, los almerienses forjaron sus ilusiones en torno a escritores como Villaespesa y Álvarez de Sotomayor. El nuevo libro titulado “Médicos almerienses del siglo XIX”, viene a instalarse en el clima cultural que en los últimos años ha respirado la ciudad de Almería.
Después de la contienda del año 1936, se produjo un estímulo cultural que desterró las formas antiguas de actuar, escasas de vida creativa. En los últimos años se vivía de las actividades de Villaespesa y Álvarez de Sotomayor. Al acabarse la guerra, la catedrática de literatura del Instituto, oriunda de las Islas Baleares, Celia Viñas Olivella, removió el sistema de la cátedra de Literatura, agilizó el proceso dialogante y activo y creó actividades de teatro y publicaciones, alcanzando un activismo que trascendió el mundo intelectual de Almería.
Sobre el año 1945, Jesús de Perceval convocó a personajes jóvenes de la pintura que se hacía por entonces en la ciudad con un fuerte aire de innovación. Algunos pintores como Moncada Calvache, Gómez Abad y Viciana intervinieron tímidamente, pero con la competencia y respeto que merecía la obra bien hecha dentro de la pintura realista. El movimiento que intentó revolucionar la pintura local, lo dirigió Jesús de Perceval, conocido aristócrata y pintor excepcional con veta de genio. Convocó a siete jóvenes a tono con los registros de movimientos vanguardistas imperantes en España. Los “Indalianos”, que así se llamaron, eran siete: Perceval, Capuleto, Cañadas, Cantón Checa, López Díaz, Alcaraz y Miguel Rueda.
El movimiento que se llamó indaliano, tenía consistencia literaria y periodística, pronto invadió la ciudad. Los siete pintores indalianos expusieron en Madrid, convocados por Eugenio D`Ors, el maestro de la crítica pictórica en España. Aquella salida a la capital de España en el año 1947 fue la alternativa que aseguró la importancia y la fama del movimiento pictórico indaliano de Perceval.
A la muerte de Celia Viñas, se produjo la diáspora indaliana, provocada mayormente por la escasez de trabajo. Los lugares a donde se dirigieron fueron Madrid, Barcelona, México, Brasil y otros.
En Enero de 1971 surgió la “Tertulia Indaliana”. Comenzó con un grupo de personajes de presencia intelectual. Presidía Perceval. Bartolomé Marín, autor de éste prólogo fue moderador, creador de programas y relator en la prensa del contenido de las sesiones.
Alrededor de los indalianos, con una marca cultural de otro signo, se movía el gigante historiador José Tapia Garrido (Padre Tapia), publicando muchos libros, sobre Historia de Almería. Aparecieron Carlos Pérez Siquier con AFAL, que trascendió las fronteras de la Península, acaparando premios internacionales de fotografía. También apareció la figura de José maría Artero, que organizó en Almería una auténtica explosión editorialista, publicando libros que alcanzaron la Península y el extranjero. En este clima de presencia cultural aparece el volumen “Médicos almerienses del siglo XIX” del Dr. García Ramos, discípulo de Tapia y amigo de Perceval. Con José María Artero, editó J.A.García Ramos, en 1980 la obra “Cantos de mi pueblo” (Editorial Cajal, 1980) del poeta de Garrucha Antonio Cano Cervantes, con un estudio preliminar y un vocabulario, ciertamente meritorios. El Doctor García Ramos es autor también del libro “Médicos almerienses de los siglos XVI al XVIII” (1998). Tomó parte en las sesiones de la “Tertulia indaliana”, es un hombre selecto, que se distingue especialmente por su talento y distinción en el ejercicio de la medicina. Su presencia intelectual en la investigación histórica y en la vida literaria es brillante.
En la Almería de pleno auge de la Tertulia Indaliana, creció el interés por la cultura. Sus páginas en la prensa serán inolvidables. Aumentó el número de Galerías de pintura y la publicación de libros. se recordará como una etapa que brilló con luz propia. Otros pintores y literatos remontaron el vuelo de la fama, pero no es posible recordarlos en este espacio condenado a ser corto.
Bartolomé Marín Fernández
Almería, Abril de 2004.
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